12-12-2025 | 12:12:44
| Córdoba
La víctima asegura que su expareja, imputado por coacción y lesiones, sigue en funciones con su armamento y fue ascendido para dictar cursos a nuevos ingresantes del grupo táctico.
Una mujer policía de Córdoba, identificada como Agustina, denunció públicamente ser víctima de graves amenazas de muerte por parte de su expareja, un efectivo que integra el equipo táctico ETER de la Policía de Córdoba . Lo más alarmante del caso es que el agresor sigue en funciones con acceso a su armamento, a pesar de estar imputado por la Justicia por los delitos de lesiones, coacción y amenazas, desatando un escándalo sobre la inacción de la fuerza de seguridad provincial.
En una entrevista con Última Pregunta , el denunciante reveló que el control y la coacción del efectivo se basaron, en parte, en un hecho interno grave de la fuerza. Agustina explicó el mecanismo de manipulación durante su relación: "Empiezo a recibir amenazas cada vez que yo quería salir de ahí. Yo tenía esas amenazas porque yo sabía que él había armado un procedimiento de un arma que perdió". Este elemento irregular fue usado por la policía para obligarla a permanecer a su lado.
La víctima describió que las amenazas escalaron hasta involucrar a terceros, aumentando crecientemente el peligro: "Y después estas amenazas ya fueron mucho más graves. ya no solo era a mí. Hasta amenazaba con matar a sus propios hijos, que tiene con otra pareja". La situación se volvió insostenible cuando la restricción perimetral se venció, ya que no le fue otorgada una prórroga, y su expareja recuperó sus funciones de campo: "Al vencerse esa restricción, él volvió a sus tareas normales, a trabajar normal con su armamento. Por eso es el miedo que yo tenía de que me pasara algo y ya es como que no puedo salir de mi casa por el miedo que siento."
El caso pone en la mira a la Policía de Córdoba, ya que la fuerza no solo no apartó al imputado de sus funciones, sino que le otorgó una posición de jerarquía. El denunciante afirmó: "No, al contrario, a él se le dio más protagonismo e incluso estaba dictando el curso básico para los ingresantes nuevos del equipo táctico". Esta decisión implica que una persona imputada por violencia y coacción no solo tiene acceso a armas, sino que está a cargo de formar a las nuevas generaciones de la unidad de élite.
Ante la falta de una respuesta contundente del sistema judicial y la propia fuerza, Agustina tuvo que recurrir a la visibilización mediática. Si bien el Polo de la Mujer le otorgó un botón antipánico, la víctima siente un profundo desamparo: "Me siento angustiada por esto porque no sé si tomo la decisión de hacer esta denuncia para cuidarme y al final no termino recibiendo ningún apoyo. Si bien hoy, bueno, sí retiré un botón antipánico que es lo que me dio el polo de la mujer. Pero bueno, tuve que hacer esto prácticamente público". El caso subraya la necesidad urgente de protocolos que protejan a las víctimas de violencia de género dentro de las propias instituciones de seguridad.