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El asado de Milei a los "héroes" o la celebración de la crueldad

Los jubilados sufrieron recortes en otras ocasiones, pero es la primera vez que se festeja como una gesta. La editorial de Pablo Giletta.

por Pablo Giletta (*)

Hay gestos que, aunque no le cambian la vida a nadie, tienen un peso simbólico enorme; que definen, para bien o para mal, a las personas o a los gobiernos. Se me vienen a la cabeza el cajón que quemó Herminio Iglesias en la previa de las elecciones de 1983, o la fiestita de cumpleaños de Fabiola, en plena pandemia. Y anoche pasó algo parecido: a las 20, tres combis pasaron a buscar por el Congreso a los 87 diputados que votaron contra el aumento a las jubilaciones, para llevarlos a la quinta presidencial de Olivos a festejar, con un asado "bien regado", el hambre de "los viejos".

Fue la celebración de la crueldad. Repito: hicieron un asado, para casi 100 personas, para celebrar que vetaron una ínfima recomposición a los jubilados. Pagaron 20 mil pesos cada uno para festejar que no le dieron un aumento de 20 mil pesos a los (mal llamados) "pasivos". Más perverso no busque, porque no viene.

Y mire lo que son las cosas: a la misma hora del asado en Olivos, y mientras algunos hacían sonar sus cacerolas en la puerta de la Quinta Presidencial, en Salta un jubilado era detenido por la policía de esa provincia por haber intentado robar dos kilos de azúcar de un supermercado. Cara y cruz de una misma moneda.

Alguno dirá, con razón, que "no es la primera vez que se ajusta a los jubilados". Es cierto, pero sí es la primera vez que se celebra como si fuera una gesta patriótica, en la que se premia como "héroes" (por usar la misma expresión que usó Javier Milei) a los que traicionaron al pueblo.

Ojo: no es que no se den cuenta de lo que hacen; no es "mala praxis comunicacional". Tienen toda la intención. Están leyendo el clima de época. Fíjese que Milei dijo en cadena nacional que va a vetar toda ley del Congreso que no le guste, pero a nadie se le ocurrió decir que "la República está en peligro", como lo hicieron en coro durante muchos años.

Milei hace todo lo que hace, sacando de adentro todo el resentimiento que tiene acumulado, con toda la intención de provocar, seguro de poder gestar y reinar en esta nueva narrativa política que construyó, un nuevo relato en el que nos está diciendo: "Pasen, anímense a sacar lo más oscuro y perverso de cada uno, porque es válido". Es el odio como opción no cancelable; un verdadero "despliegue de maldad insolente", como dice el tango Cambalache.

Cabe preguntarse: Esta burla innecesaria, perversa… ¿tendrá su costo político? El Presidente parece seguro de que no. Se autopercibe como un rockstar que tiene a sus fans ciegos de amor. ¿Será así, Presidente? Personalmente me niego a creer que sus votantes sean una enorme secta de perversos que festeja la crueldad. No lo creo. Sé que al Presidente no le gustan mucho las encuestas, pero debería asomarse un rato para tomar conciencia de cómo su imagen se está cayendo a pedazos. Y todavía puede ser peor, porque una cosa es segura: de celebrar la traición y el hambre del pueblo, no hay retorno posible.
 
(*) Director de Contenidos de Radio Continental Córdoba